Max Verstappen, o qué pasa cuando los niños ratas que fastidian las carreras de simracing llegan a la F1

Tristeza. La palabra para definir lo que ocurrió en el Gran Premio de México es tristeza. El que escribe esto fue hasta hace no tanto admirador de Max Verstappen, pero lo que está ocurriendo esta temporada, culminado con los patéticos incidentes de México, hacen imposible a cualquier persona con ambición de ser decente seguir apoyando a este piloto.

Tras la carrera de México, una pregunta surgió en mi cabeza: ¿Alguna vez habíamos visto esto? ¿Alguna vez habíamos visto a un piloto hacer maniobras kamikazes carrera tras carrera, curva tras curva, con la única intención de fastidiar a otro piloto? En la Fórmula 1 no, pero sí, esto me sonaba de algo.

Verstappen ha decidido renunciar a cualquier tipo de ética, deportividad o moralidad con tal de ganar este mundial

Un piloto que no frena en una curva en la que evidentemente hay que frenar con el único objetivo de sacar de pista a otro piloto, hacerle perder posiciones y fastidiarle la carrera. ¿Dónde había visto yo eso? No, no era en la Fórmula 1, pero la escena me sonaba. Y sí, apareció: en las peores carreras de simracing.

Es una técnica desgraciadamente habitual de ciertos servidores de carreras online. Niños ratas frustrados porque no pueden ganar se dedican a chocarse contra otros, a sacarlos de pista o incluso a rodar deliberadamente lentos para entorpecerles. Pensaba que nunca llegaría a la Fórmula 1, pero ya está aquí.

Verstappen ha decidido renunciar a cualquier ética, deportividad o moralidad con tal de ganar este mundial de Fórmula 1. Ha elegido a Lando Norris como su rival y se ha propuesto sistemáticamente fastidiarle todas las carreras con acciones más allá de lo moral. Si Norris está delante, todo vale, incluido no frenar en una curva y salirse los dos de pista.

La mala conciencia de los comisarios por permitir que el niño rata se saliese con la suya en Austin les llevó en México a tirar de sanciones exageradas, pero la respuesta de Verstappen fue "bueno, si no lo hago quizá Norris habría ganado". Sin disimulo, sin el más mínimo ápice de honor o deportividad.

Quizá llegados a estas alturas, la única forma de aleccionar al niño rata que está fastidiando las carreras de Fórmula 1 sea quitarle lo único que quiere y descalificarle de todo el mundial. No sería nuevo, ya se hizo con Michael Schumacher en 1997 por mucho menos, y algo sirvió para aumentar el civismo del alemán.

Lo más triste es la sensación de que no lo necesita. De que simplemente pilotando como lo que es, uno de los corredores con más talento de la historia de la Fórmula 1, le bastaría para sumar los puntos necesarios para frustrar a un Lando Norris que no podía ni siquiera cuando tenía el mejor coche, y ahora ya no lo tiene.

Pero aquí estamos, hablando de lo sucio y antideportivo que es Verstappen en un mundial en el que la mayoría debería estar hablando de cómo está a punto de ganar con un coche inferior y unos pocos renegados con memoria deberíamos estar elogiando lo bien que ha gestionado los 52 puntos de ventaja que obtuvo en las cinco primeras carreras en las que corrió con un coche ilegal.

En solo tres años, el piloto que se ganó el cariño general por acabar con la tiranía de Mercedes y Lewis Hamilton se ha convertido en un monstruo igual o peor, y solo con anteojera de caballo se puede seguir fingiendo que no se ve lo que es a todas luces evidente. ¡Qué difícil lo pones para ser tu fan, Max Verstappen!

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