Recuerdo cuando me disponía a realizar mi examen práctico de conducir, mi profesor y yo esperábamos impacientes por ver qué examinador nos tocaba. Cuando se acercó el examinador a dónde estábamos, mi profesor dijo: "¡Vaya!...". Y la verdad es que ese “vaya” no me sonó muy bien.
Mi "profe" empezó a hablarle del tiempo, quizá para rebajar un poco la tensión del momento, pero acto seguido el examinador pidió silencio para todo el examen, silencio que se extendió a lo largo de los 15 o 20 minutos que duró la prueba.
Los examinadores tienen una serie de pautas para que la prueba se realice correctamente. Cualquier cosa que se considere que pueda afectar negativamente a la realización normal del examen es susceptible de ser prohibida. Por ejemplo, poner la radio o escuchar música durante la prueba.
Para algunos conductores, escuchar música, las noticias o su programa favorito en la radio va estrechamente unido a la experiencia de conducir —no hablemos ya de conductores profesionales que pasan horas al volante—.
Indudablemente esto juega un papel muy importante y positivo en muchos casos, haciendo el trayecto mucho más llevadero, pero pasado un límite, se puede convertir en el principal captador de la atención del conductor, y en esos momentos ya comienza a ser peligroso.
La música y el ser humano
Los hombres prehistóricos antes de cazar o los soldados de todos los tiempos en los campos de batalla han utilizado la música como revulsivo, pues unos acordes precisos en el momento adecuado hacen aumentar el ritmo cardíaco y la generación de adrenalina.
Asociamos la música a imágenes, a determinados momentos de nuestra vida o incluso a personas. Nos costaría mucho ver un vídeo de un concierto de rock escuchando música clásica, o viceversa.
A cada persona, la música le va a generar sensaciones o estados de ánimo diferentes, puede potenciar la agresividad, el estrés, la tristeza, etc.
La música al volante
Si afecta a la conducta humana, no cabe duda de que la repercusión de las notas musicales en los conductores no puede pasar desapercibida.
En un experimento realizado por el comparador de seguros británico confused.com, se demostró su influencia en los conductores e incluso se identificaron canciones potencialmente más peligrosas que otras.
Se realizó un experimento con ocho participantes, cuatro mujeres y cuatro hombres. Cada uno de ellos condujo 500 millas, la mitad del recorrido escuchando música y la otra mitad en silencio.
Durante el experimento se supervisó la forma de conducir y se registraron variables como la velocidad, aceleración y frenado y se pudo comprobar como influía el tener música o no y como lo hacía cada tipo de música.
Se observó cómo, por ejemplo, una participante que escuchó una lista de reproducción de hip-hop conducía de forma más agresiva, o como un conductor que escuchaba heavy metal conducía de forma más rápida que los demás.
Incluso la música clásica hacía que los conductores, tanto hombres como mujeres, condujesen de manera más errática que cuando lo hacían en silencio.
El Doctor Simon Moore de la Universidad de Londres, supervisó el experimento y estableció una serie de conclusiones:
- Los golpes de música rápidos y continuos pueden causar excitación que pueden llevar al conductor a concentrarse más en la música que en la carretera.
- Un ritmo rápido puede hacer que los conductores subconscientemente aceleren para que su velocidad coincida con el ritmo de la canción.
- Escuchar música que no te gusta puede causar estrés y distracción, lo cual también afecta negativamente a la conducción.
Las canciones más seguras y las menos seguras
El experimento fue más allá y sugirió una lista de canciones, tanto las que podían influir positivamente en los conductores, como aquellas que estos debían evitar porque producían una serie de efectos adversos para la conducción.
El top 5 de las más seguras estaban los siguientes títulos:
- Come away with me ? Norah Jones
- Billionair ? Travie McCoy y Bruno Mars
- I'm Yours ? Jason Mraz
- The Scientist ? Coldplay
- Tiny Dancer ? Elton John
Por otra parte, aquellas que no se recomendaba escuchar mientras se conducía eran:
- Hey Mama ? The Black Eyed Peas
- Dead on Arrival ? Fall Out Boy
- Paper Planes ? M.I.A
- Walkie Talkie Man ? Steriogram
- Paradise City - Guns N? Roses
Los límites de la atención, la explicación
El hecho de que prestar atención a una canción reste capacidad para conducir tiene una explicación. El ser humano posee una capacidad de atención limitada, existe un límite pero no sabemos dónde está exactamente, nos indica Roberto Ramos, Coordinador de formación de la Fundación CNAE (Confederación Nacional de Autoescuelas).
La atención humana se divide en tres grandes bloques: atención sostenida, atención dividida y atención selectiva. La atención sostenida es la capacidad que tiene el individuo en mantener constante su atención en una tarea —concentrarse—, la atención dividida es la capacidad que tiene el individuo en prestar atención a varios estímulos al mismo tiempo —y siempre priorizará alguno de ellos—, y la atención selectiva la que se produce en cada individuo al buscar un estímulo en particular entre otros distintos estímulos.
Si estamos escuchando la radio nuestra capacidad de atención dividida tiene que, precisamente, dividirse para escuchar y entender al locutor, prestar atención a la música, etc., esto le resta capacidad para mantener la atención en otra cosa como es, ni más ni menos, conducir y mantener su atención constante en la acción de conducir.
¿Te has dado cuenta de que cuando buscas una dirección o un sitio para aparcar y tienes la radio puesta, instintivamente la bajas de volumen? Esto se produce sencillamente —explica Roberto Ramos—, porque nuestro cerebro percibe que el estímulo de la radio le resta capacidad a la conducción —atención selectiva—, además de tener que mantener la atención a un nivel elevado ya que en el momento de buscar un sitio para aparcar por ejemplo, hay más estímulos en la vía —atención dividida—.
Los oyentes participan
Un paso más allá, y quizá un límite infranqueable, es aquel en el que los oyentes-conductores pasan de ser meros “escuchantes” de los programas de radio a participantes de los mismos. Es el momento en el que el locutor o locutora de turno abre el micrófono buscando la participación de los oyentes.
Que un conductor que lleva un camión de 40 toneladas esté tratando de adivinar un acertijo, participando en un concurso o contando una anécdota mientras conduce es un error —por no darle otro calificativo—. Algunos presentadores preguntan si va con el “manos libres”, pero aun así está más que demostrada la pérdida de atención que supone mantener una conversación de este tipo.
Nuestra música preferida o el programa favorito de radio pueden ser unos excelentes compañeros de viaje, pero siempre que no se conviertan en el protagonista absoluto dentro del coche.