Hace muy poco que la Corporación chilena de Fomento de la Producción, Corfo, firmó un acuerdo con la principal minera de litio, Albermarle Corp. ¿Para qué? Básicamente, para dar a los fabricantes acceso a litio más barato. Chile, que es el segundo mayor productor de litio del mundo quiere atraer a la industria para que fabriquen allí sus baterías para coches eléctricos.
El escenario será el salar de Atacama, el mayor depósito salino de Chile que ya está notando en su fauna y flora el impacto de esta actividad: algunas lagunas y praderas se están reduciendo o secando, mientras que se ha registrado un descenso en la población de flamencos salvajes.
El codiciado oro blanco
Chile quiere convertirse en un centro de fabricación de baterías recargables para vehículos eléctricos, y por eso quiere vender sus enormes reservas de litio a un precio que la industria automotriz y de baterías no pueda rechazar. Según explica Boomberg, el país espera que fabricantes como Samsung SDI y Posco comiencen a instalar plantas de procesamiento de litio a finales de año.
"No sabemos si alguna vez fabricaremos vehículos, pero nos gustaría al menos ver que se produzcan componentes de baterías en Chile, quizá incluso la batería completa", asegura el presidente de Corfo.
La Corporación ha firmado contratos con las dos mineras que operan en el salar de Atacama (Abermale y la Sociedad Química y Minera de Chile o SMQ), que deberán vender el 25 % de su producción a un precio muy competitivo a las compañías que refinan litio en Chile.
El salar de Atacama es el mayor depósito salino de Chile -que a su vez es el segundo mayor productor de litio del mundo- y está formado por una depresión sin salida de aguas que recibe al río San Pedro de Atacama y múltiples quebradas por donde se filtra el agua desde la cordillera.
Forma parte del llamado 'triángulo del litio', una zona geográfica ubicada en la punta de América del Sur, en el límite de Argentina, Bolivia y Chile y que con el auge de la electromovilidad se ha convertido en un punto clave para la industria.
Dicho triángulo está compuesto por los salares del Hombre Muerto (Argentina), el de Uyuni (Bolivia) y el de Atacama (Chile) que, junto con otros cercanos, concentran más del 85 % de las reservas de litio conocidas del planeta.
Según datos de Reuters, las exportaciones chilenas de carbonato de litio alcanzaron 949 millones de dólares en 2018 en comparación con los 686 millones del año anterior. Las previsiones auguran que la demanda mundial de litio se cuadruplique para 2025.
Mientras tanto, el Ejecutivo argentino ha estrechado lazos con la minera australiana Enirgi Group para poner en marcha una planta piloto para la producción de litio en El Rincón, un salar al Noroeste de Argentina. Aseguran que tienen recursos para producir 100.000 toneladas durante 80 años.
Según información recogida por El País, la proyección es que la capacidad instalada de Chile será de 142.000 toneladas de carbonato de litio equivalente en 2019 y de 251.500 toneladas en 2022. Argentina, a su vez, alcanzará una capacidad de 95.500 toneladas en 2019 y 331.000 toneladas en 2022.
También Bolivia firmó a finales de 2018 un acuerdo con el Gobierno alemán para la explotación conjunta del litio en el Salar de Uyuni. Según informa Euronews,
"[...] firmó junto a la empresa alemana ACI Systems un acuerdo para crear una sociedad mixta que invertirá 1.200 millones de dólares en la construcción de plantas de hidróxido de litio y de hidróxido de magnesio, así como una planta que abastecerá anualmente baterías a unos 400.000 vehículos eléctricos, todo ello destinado principalmente al mercado alemán".
El coste medioambiental de un mineral estratégico
Debemos partir del hecho de que el litio precisa, al igual que el petróleo, un proceso de extracción que nace a través de pozos, y pasa por un proceso similar al del refino. Sin embargo, se ha comprobado que el bombeo de las salmueras subterráneas hacia las grandes piletas de evaporación tiene un coste operativo menor al de la extracción desde las rocas de pegmatita.
Pero como todo proceso a gran escala, conlleva un impacto. El salar de Acatama es conocido por su población de flamencos salvajes, que se alimentan y reproducen en sus lagunas. Pues bien, la succión de agua de la tierra que llevan a cabo las empresas mineras están acabando con el sustento de estos animales.
Para hacernos una idea, la minera SQM bombea hasta 142 litros de salmuera por segundo.
Algunos científicos están advirtiendo de que, de seguir con los mismos métodos para extraer el agua, todas las formas de vida del Salar serán destruidas.
Ya se está registrando un descenso en la población de flamencos mientras que las imágenes satélite muestran que algunas lagunas y praderas se han secado.
Por otro lado, la Comunidad Indígena Atacameña se ha enfrentado contra la minera SQM por no revelar los efectos negativos que provoca la extracción de salmuera. Además, a nivel social, se alerta de que las provincias sólo reciben una pequeña parte de lo que se produce, ya que muchos salares colindan con asentamientos humanos, y la mayoría son áreas de desarrollo de pueblos campesinos indígenas.
Foto | Wikipedia/Francesco Mocellin.