Los coches son como los colores, todo es cuestión de gustos, pero por encima de las apreciaciones subjetivas siempre hay diseños que trascienden el bien y el mal para convertirse en coches a los que no les guiñaría el ojo ni un francotirador.
Hoy vamos a dar un paseo por algunos de los coches que seguramente a muchos no nos gustaría tener en nuestro garaje. O sí, allá cada uno.
Oldsmobile Toronado
Durante décadas, Oldsmobile fue una de las grandes marcas americanas que lucharon por hacerse un hueco en el pujante mercado estadounidense de segunda mitad del siglo XX. La firma consiguió meterse entre los muscle car con personalidad propia con modelos como el Oldsmobile Toronado que se mantuvo vivo desde 1966 hasta 1992 con casi 30 años de más desarinos que aciertos.
Nacido en 1965 bajo la premisa de ser un muscle car moderno, el Toronado irrumpió con unas líneas tan agresivas que desconcertaron al mercado. Su frontal era como la parte trasera de un coche de inspiración aeronáutica de los 50, pero con faros escamoteables. De frente era difícil saber si iba o venía. La cosa fue incluso a peor cuando los faros retráctiles dejaron paso a una especie de frontal cejijunto con cuatro ópticas apiñadas hacia la parte central del coche.
Como curiosidad, cabe destacar que el enorme Toronado que llegó con un descomunal motor 7.0 V8 de casi 400 CV y 217 km/h de velocidad punta se convirtió además en el primer coche americano con tracción delantera durante décadas, y el más grande. El último había sido el Cord 812 de 1937.
Pontiac Aztek
Hola, Heisenberg. El Pontiac Aztec se ha labrado su propio club de fans, especialmente tras convertirse en uno de los protagonistas indiscutibles en la serie 'Breaking Bad' como el coche de Walter White (Brian Cranston).
La vida como coche de un narcotraficante nunca es fácil, pero tampoco es una vida sencilla hablando a nivel comercial. No al menos cuando tienes la cara del pobre Aztek, bueno, y su culo... y su todo. Su comercialización se limitó entre 2001 y 2005 por motivos obvios: era difícil quererle. El culpable de su diseño fue Tom Peters, y se quedaría bien a gusto.
Por lo demás el Aztek era un coche atípico, uniendo las bondades del por entonces incipiente segmento de los SUV con una carrocería tipo kammback y doble portón para el maletero. Una combinación extraña ensamblada sobre la plataforma de las minivans de General Motors que buscaba la practicidad.
Tata Nano
En un mundo moderno que busca soluciones de movilidad, llegó el gigante indio Tata y lanzó el Tata Nano bajo la apuesta personal del fundador, Ratan Tata, de hacer un coche barato. Se suponía qe debía venderse a espuertas para movilizar a la población menos pudiente, le pusieron un precio inferior a 3.000 euros (aproximadamente) y, claro, el ahorro de costes se notó.
Pasará a la historia como el coche más barato del mundo, pero es que era tan barato que era demasiado barato. No debió haber mucho dinero destinado al departamento de diseño, así que era feo a rabiar, incluidas sus ruedas que parecían de carretilla, pero además sus medidas de seguridad eran... nulas. Sólo las versiones tope tenían airbag.
Consiguió un número de estrellas fácil de recordar en las pruebas de choque Global NCAP en protección para adultos: cero. En un choque frontal a 60 km/h un humano no sobreviviría al impacto. El dummie utilizado en la prueba costaba 60 veces el valor del coche.
Era tan malo y tan desagradable de ver, que las estimaciones de 500.000 unidades al año previstas por la marca se quedaron en menos de 100.000 unidades en sus mejores años. Fue un fracaso reconocido por la marca.
Subaru B9 Tribeca
Imagina que eres un diseñador japonés que busca explorar nuevos segmentos de una forma diferente. Ahora imagina que consigues crear un SUV de tamaño grande con un comportamiento más que decente y buena calidad de acabados. Lo has bordado pero no entiendes cómo tu coche no tiene éxito... hasta que lo ves por fuera.
Eso sería más o menos el resumen de lo que pasó con el Subaru B9 Tribeca, un coche que nació en 2005 con una estética realmente cuestionable. Vale que los japoneses tienen su propia filosofía de diseño, pero el Tribeca nació con una cara difícil de mirar.
Aun así, el Subaru B9 Tribeca sirvió para dar vida a otro coche: el Saab 9-6. En el caso del sueco era un coche remarcado que compartía mecánica 3.6 bóxer de 260 CV e incluso las llantas, pero que cambiaba su diseño tanto delante como detrás para hacerlo un poquito más agraciado, aunque tampoco como para pedirla matrimonio.
Pontiac Solstice
A medio camino entre el amor y el odio, el Pontiac Solstice tomó en parte el diseño utilizado en el Pontiac Aztek y se lo llevó al terreno de los deportivos descapotables biplaza. Así, con un diseño basado exclusivamente en líneas curvas, nació el Solstice presentado en el Salón del Automóvil de Detroit de 2004. Tenía su punto, hay que reconocerlo.
El pequeño biplaza encerraba bajo su capó dos opciones de motorización, ambas de gasolina con cuatro cilindros: un 2.4 atmosférico de 177 CV o un 2.0 turbo de 260 CV. Lo que no tenemos muy claro es qué tal refrigeraban esos motores a la vista de esa parrilla tan sumamente escueta.
El Solstice compartía plataforma con el poco visto Opel GT y consiguió llamar la atención rápidamente del público con un relativo éxito, hasta que Pontiac cerró en 2009. En la liquidación, los diseños del Solstice fueron vendidos a la empresa española Tauro Sport Auto para crear el Tauro V8. Sí, tuvo que venir a España para montar motores V8. Irónico, ¿verdad?
SsangYong Rodius
De una manera casi incomprensible alguien decidió que era buena idea poner en el mercado al SsangYong Rodius de primera generación, el de 2004, el que tenía un diseño que no había por dónde cogerlo.
Bueno, a decir verdad la idea no era del todo mala, pues era una especie de todoterreno-SUV convertido en monovolumen con un mínimo de siete plazas y un máximo de 11 asientos (para algunos mercados). En Hong Kong también hubo una variante de cinco plazas, pero tenía menos sentido aún.
Su modularidad interior era su gran apuesta con asientos que giraban, mesas y mucho espacio, todo conjugado con motores procedentes de Mercedes-Benz. Incluso había una versión con tracción total y reductora. La oferta era interesante, de no ser por su apartado estético, al que calificaremos de poco europeo.
Oldsmobile Cutlass
En Oldsmobile decidieron hacer las cosas de una forma alternativa dentro de General Motors. Bajo el beneplácito del gigante americano el Oldsmobile Cutlass nació como un coche deportivo de estilo compacto, un pony car que se ganó un importante hueco en el mercado (especialmente entre los low riders), y todo pese a que no era precisamente bonito.
Vale, sí, las primeras generaciones con esa silueta a lo Dodge Challenger y con carrocería descapotable tenían un atractivo innegable, hasta la llegada de los temidos años 70. En 1976 le tocó renovación y se hizo con uno de esos frontales de estilo mafioso de los 70, con parrilla rectilínea que se extendía por la parte superior del capó y techo de vinilo.
No mucho después le tocó renovación y fue como si la parrilla se les hubiera caído, pasando de prolongarse por la parte superior del capó, a derramarse sobre la parte superior del paragolpes delantero. Parecía una cosechadora.
Fiat Multipla
Sí, lo sabemos. Somos conscientes de que estabas esperando su aparición. El Fiat Multipla de 1998 no puede faltar en este selecto grupo de coches arrebatadoramente dolorosos de ver, pero no queríamos caer en lo obvio desde el principio.
Y es que el Multipla es uno de los pocos coches del mundo capaz de rivalizar con el Aztek en cuanto a lo que se refiere a fealdad, pero como en el caso del ejemplo americano, el europeo tenía un interior que era todo practicidad.
Vale, tampoco tenía un interior bonito y los diseñadores italianos se pasaron de italianos, pero su habitáculo con capacidad para seis personas en dos filas completas de asientos sin separación en la parte delantera era uno de los interiores más agradecidos de la industria de la automoción. En 2004 Fiat lanzó el Multipla II con una estética más convencional, pero el sambenito de coche feo ya le durará posiblemente de por vida.
Ford Edsel
Pero si hay un coche que tiene que presidir la mesa de coches feos sin paliativos ese es el infame Ford Edsel que, por suerte, fue concebido pero no tuvo demasiado recorrido. Fue tan desastroso que se acuñó el término edsel para calificar a los fallos industriales más estrepitosos.
Lo curioso de la historia del Ford Edsel es que fue diseñado por un conjunto de mentes brillantes: J. Edward Lundy, Arjay Miller, Robert McNamara y Henry Ford II. El nombre se tomó de Edsel Bryant Ford, hijo de Henry Ford, y fue un homenaje con un gusto cuestionable pues el coche que nació era feo a rabiar.
El Edsel se posicionó mal, con un precio caro, problemas de fiabilidad, un consumo disparatado e incluso con unidades que llegaban a los concesionarios sin terminar porque en la línea de montaje se confundían con los Mercury. Pero el mayor problema era su estética con un frontal que se parecía a... Bueno, mejor dejarlo aquí.
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