Por más que nos pueda suponer una patada en los ojos o una colleja en el alma, Aston Martin va a llevar a buen puerto —o adonde sea— su Aston Martin DBX, uno de esos concept-cars de estética crossover sobre la base de una berlina que acaba siendo un SUV y... uf, se me terminan los recursos horrorísticos. Sin embargo, que la firma de Gaydon haya confirmado este paso a producción no nos debería extrañar en absoluto.
En los próximos cinco años Aston Martin va a rehacer su gama con varias incorporaciones: los relevos para el Aston Martin DB9 en 2016 y para los Aston Martin V8 Vantage y Roadster en 2017 serán piedras angulares de esta renovación para no perder contacto con la herencia de la marca, pero el DBX va a ser en 2019 una pieza imprescindible de todo este proceso, y el porqué está en la necesidad de ganar cuota en un subsegmento cada vez más disputado: el SUVperlujo.
Se trata, además, de un segmento muy rentable que se vende por sí solo en países emergentes donde quienes tienen dinero tienen mucho dinero y muchas ansias de mostrar su riqueza con los modelos más ostentosos que tengan a su disposición. Caballo grande, ande o no ande; y si anda, todavía mejor. Ya comentamos que en el caso chino el crecimiento de ventas de los SUV ha sido espectacular en los últimos tiempos. India vendrá detrás. Mercado hay, y habrá durante los tiempos venideros. ¿Quién se perdería esta fiesta?
Esta fiesta de momento le va a suponer una inversión a Aston Martin de 200 millones de libras (unos 270 millones de euros), que amortizará en cuanto ofrezca un gran SUV que cuente con una tracción total, unas suspensiones, una altura libre al suelo y unas protecciones de bajos ideales para que sus compradores puedan surcar unas carreteras que no están en las mejores condiciones posibles. ¿Que si nos extraña la decisión de Aston Martin? En absoluto. De hecho, van tarde, pero recordemos que hace algo más de un par de años ni siquiera estaba claro el futuro de la marca.