Vas circulando por Melbourne con tu Aston Martin y decides jugar a las carreras a la salida de un semáforo con un par de Ferraris. A la salida del siguiente semáforo ellos te devuelven el acelerón. Lo mejor viene cuando te pones a su lado y descubres la identidad de los otros dos conductores.
Fernando Alonso y el piloto probador de Ferrari Giancarlo Fisichella, el primero con un Ferrari California y el segundo con un Ferrari 599 (supongo que ambos prestados porque tienen el volante a la derecha). Por si no teníamos bastante con el caso Hamilton, se apuntan al carro más pilotos en lo que a dar ejemplo se refiere.
Digo dar ejemplo porque salir de esa manera a la salida de un semáforo no es precisamente lo que podríamos considerar como un comportamiento prudente. Si tenemos en cuenta que en 4 segundos alcanzan los 100 km/h es probable que incumplieran el límite de velocidad en una zona urbana, que como norma general es de 60 km/h.
Aunque ya vimos muchas razones por las que un piloto no debe comportarse así por mucha pericia al volante que tenga, desde mi punto de vista, como os decía antes, dar ejemplo al conjunto de los conductores es fundamental.
Es extremadamente importante concienciar a los conductores de que la carretera no es un circuito, de que no conducimos solos, y de que además las consecuencias de un accidente en un circuito y en la carretera no son las mismas, tanto por las medidas de seguridad del vehículo como del circuito.
Hace poco ya hubo una campaña que protagonizaba el cinco veces campeón del mundo Mick Doohan: “Si hubiera encontrado los mismos obstáculos en el circuito que los que tú encuentras en la carretera, ahora probablemente estaría muerto“.
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