La institución Fesvial ha realizado una encuesta preguntando a una muestra de 545 conductores qué piensan sobre las posibles variaciones sobre la legislación en términos de velocidad. Por un lado, se habla de subir el límite en vías rápidas a 130 km/h (al estilo europeo) y por otro, de limitar todas las vías convencionales a un máximo de 90 km/h (confirmado ya).
Pues bien, más de la mitad se han mostrado a favor, tanto de subir en autovías y autopistas (59%) como de capar las convencionales limitadas a 100 km/h (53%). ¿En qué momento llegan estas opiniones? Pues cuando nunca ha sido tan baja la siniestralidad vial en relación al número de vehículos en circulación.
La última vez que se pudo circular legalmente en España a 130 km/h fue en los años 70, cuando la mayoría de los turismos no podían alcanzar ese ritmo, éramos paletos funcionales en seguridad vial, la OPEP cerró el grifo del petróleo por la crisis del Yom Kippur y faltaban millones de coches.
Fijaos en este capítulo de La Segunda Oportunidad, una serie sobre seguridad vial que se emitió a finales de los 70 y que podemos rebautizar como el “Barrio Sésamo” de la conducción. La autopista era entonces tecnología punta en España, estaban muy por encima de las posibilidades de los turismos de la época en términos generales.
A través de los 80 y los 90, según se alejó el fantasma de la crisis del petróleo, los coches fueron aumentando sus posibilidades hasta dejar “obsoletos” los límites de velocidad. Los coches empezaron a poder circular muy por encima de lo que marcaban las señales de tráfico.
Cuando en España se puso de moda el tener más de 130-150 caballos, fruto de la evolución técnica de los coches, dinero fácil y al ansia de los concesionarios en vendernos más potencia de la que necesitábamos, este debate se recrudeció. Y cuando Pere Navarro metió las manos en el asunto, se convirtió en un tema de primera importancia.
El conductor español ha cambiado el chip
En los últimos años, los conductores han cambiado mucho en poco espacio de tiempo. En solo una década hemos reducido a la mitad el número de muertos en accidentes de tráfico, heridos, etc. La evolución de los coches también ha tenido mucho que ver, pero es evidente que hemos cambiado el chip como sociedad. Los datos de la imagen son a 24 horas.
Después del último cambio de Gobierno, se nos habla de ponernos al día respecto a nuestros colegas europeos (los sueldos será lo último) y permitir circular a mayor velocidad en condiciones concretas, y si esas condiciones no se cumplen, pues a menos. Es decir, que no sería una barra libre ni mucho menos.
En Europa son mayoría aplastante los que tienen limitaciones a 120 ó 130 km/h en sus vías rápidas, con pocas excepciones permiten más velocidad. Por ejemplo, en Francia nos dejan “correr” a 130 con buen tiempo, pero si no, l’ail et d’eau, o ajo y agua, y el tope es 110 km/h. En Alemania nos pueden dejar ir a lo que dé el coche y luego a 80 km/h.
¿Y qué hay de las secundarias?
Pues en mi opinión, deberíamos hacer distinciones. Por ejemplo, la N-340 que recorre la costa sur de España, ha sido durante años la tumba de muchos conductores. Ahora, que está casi reemplazada por la A-7, su uso se reducirá exponencialmente. La carretera sigue siendo la misma, pero con mucha menos gente.
Otro ejemplo. La N-420, desde Montoro (Córdoba) hasta Puertollano (Ciudad Real) solo atraviesa ¡tres! poblaciones en 100 kilómetros. Salvo en los tramos de curvas, esa carretera es perfectamente segura a 100 km/h y a 90 km/h, tiene menos tráfico que el aparcamiento de una gran superficie en un festivo (de los que no abren).
De acuerdo, es en estas vías donde se producen la mayoría de los accidentes, pero ¿son por ir a 100 en vez de 90 o por falta de sueño, neumáticos en mal estado, un animal cruzando u otras causas? Es un tema peliaguado y muchos no vamos a ponernos de acuerdo.
Está claro, hemos cambiado. Cuando me saqué el carné, allá por 2004, era habitual que en el carril izquierdo me sobrevolasen a más de 150 km/h por costumbre. Hoy día es un fenómeno muy difícil de ver, los límites no han cambiado pero se ha trabajado mucho en asegurar su cumplimiento. En la foto, me aproximo a un radar de 100 km/h.
Por lo tanto, es más peligroso que haya límite de 120 y haya quien circule a 180, que subir el límite a 130 y no vaya a 180 ni el tato. Seguramente estemos más preparados para asumir esa tímida subida que antes. Es un cambio progresivo, no es pasar a 140 ó 150 de golpe.
Sigue habiendo mucha gente que no va ni a 120, bien por el precio del oro negro, por comodidad o por no sentirse seguro a más velocidad de la que va. También hay muchos vehículos que aunque el límite sea de Mach 2, no van a ir más deprisa, como los autobuses. Pero 10 km/h es un aumento muy razonable.
En la era de Pere Navarro, cualquier medida que pudiese estropear las estadísticas y subir el número de víctimas era un tabú total, como hablar de legalizar los porros en los institutos. Con María Seguí, la DGT ahora tiene la mente un poco más abierta, y se ha vuelto más tolerante.
De momento tiene que cambiar el Reglamento para hacer estos cambios una realidad. Prefiero que me dejen ir a 130 km/h en una recta con buenas condiciones, a que me permitan ir a 120 km/h independientemente de las condiciones metereológicas. Creo que, tal y como están las cosas, no tiene por qué influir para mal en la siniestralidad.
En cualquier caso, paralelamente a estos cambios normativos, la DGT debe velar porque no suponga más un problema que un avance. Esto solo va a funcionar si todos cumplimos las normas y somos cívicos. En Alemania, donde se tomó la última foto, llevan demostrando que ese modelo funciona desde hace décadas. A ver qué pasa en otoño.
Vía | Circula seguro