Todo aquel que pase por Amarillo, Texas, está obligado a hacer una parada en The Big Texan Steak Ranch, un mítico restaurante de la localidad y parada de la ruta 66, conocido por sus enormes carnes (steaks) y por el reto del chuletón de dos kilogramos, al que te invitan gustosamente si eres capaz de terminarlo.
Como hemos llegado algo tarde a la ciudad, tras el incidente con el policía estatal, decidimos no ir al Big Texan a cenar ingentes cantidades de carne. No es lo más adecuado. Vamos a esperar a mañana e iremos a desayunar allí. Desayuno potente, al estilo tejano.
Por aquello de ir haciendo hambre, una vez levantados y listos para continuar el viaje, hacemos una pasada por otro lugar mítico de Amarillo, el Cadillac Ranch. Se trata de un lugar público en el que se encuentran varios viejos Cadillac clavados, literalmente, en el suelo, a modo de creación artística (ver foto).
Fundado en 1974, este lugar debió ser muy interesante en su día, aunque en la actualidad los Cadillac están bastante hechos polvo y llenos de grafitti, ya que incluso las autoridades incitan al visitante a pintar los coches con spray. Es lo que tiene el arte.
Después de una rápida y fría visita, volvemos sobre nuestros pasos para dirigirnos al Big Texan, donde nos espera un desayuno monumental. Por unos 14 dólares incluye: chuletón de 340 gramos, dos huevos fritos o revueltos, patatas fritas, tostadas y bebidas, en mi caso café, zumo de naranja y agua (con sabor a limón y con el vaso adornado con una rodajita).
Creo que en mi vida he desayunado tanto, ni tampoco recuerdo haberme apretado de buena mañana un chuletón mientras de fondo suenan grandes éxitos de Country. Como se suele decir, para todo hay una primera vez. Desde luego desayuna fuerte esta gente. Menudo festín. Justo lo que se recomienda cuando tienes que conducir...
Con el estómago resentido del empacho proteínico, decidimos descapotar nuestro Mercedes-Benz E 500 descapotable, para que al menos nos pegue el aire en la cara y nos despejemos por el camino. Hace una temperatura "relativamente" agradable, así que no hay problema. Abrigo, gorro, calefacción puesta y a tirar millas, nunca mejor dicho.
Hoy tenemos por delante una de las jornadas más duras de todo el viaje. Nuestro destino para esta noche es la ciudad de Springfield, Missouri, a donde llegaremos tras hacer varias paradas, una de ellas en la ciudad de Oklahoma City, donde visitaremos el concesionario de Mercedes-Benz, ya que todavía no han visto el nuevo Clase E y nosotros, precisamente, estamos escoltándolo a Detroit.
Tras varias horas de recorrido a cielo descubierto y poco antes de entrar en el Estado de Oklahoma nos encontramos un accidente. Un enorme trailer de los que transitan las interestatales se ha salido de la autovía y ha ido a parar, bocabajo, a la mediana (menos mal que hay enormes medianas). Cuando pasas tantas horas en la carretera acabas viendo cosas que no querrías ver.
Mientras circulamos por la interestatal 40 decidimos salirnos de la ruta programada y hacer un tramo por las carreteras secundarias de la vieja ruta 66. Vamos en busca de un enorme cartel, que en este caso pertenece al National Route 66 Museum de Elk City.
Al salir de la autovía nos equivocamos de desvío y cogemos otra dirección pero, como no hay mal que por bien no venga, nos encontramos con una especie de desguace de vehículos antiguos, a modo de cementerio de clásicos (ver foto). Parada obligatoria e interesante.
Allí yacen multitud de viejas rancheras y camionetas Chevy y Ford, anticuados y oxidados tractores, junto a algunos clásicos americanos como un Chevrolet Corvair, un Oldsmobile Cutlass o un Plymouth del que desconozco el modelo. Entre los amasijos de hierros encontramos uno que en su día debió ser un Volkswagen Beetle (ver foto), y curiosamente también una T2.
Después de hacer unas cuantas fotos a los restos, y justo antes de irnos, a mi compañero se le ocurre acercar nuestro descapotable para fotografiarlo junto a los viejos coches. Como el suelo está embarrado, el coche se queda atascado. ¡Ouch!
Menos mal que en el grupo (ver foto) tenemos un Mercedes-Benz ML 350 4Matic de apoyo, y con la ayuda de Bjorn y Jan, conseguimos sacar el descapotable del barrizal sin apenas esfuerzo. Estas cosas pasan en los viajes. De hecho, son necesarias para una buena historia. ¿No creéis?
Una vez liberados, volvemos a la carretera en busca del dichoso cartel, y por fin lo encontramos poco después de llegar a Elk City. Ahora toca hacer las fotos de grupo junto al cartel, un recuerdo que tendremos para siempre todos y cada uno de nosotros.
Lo malo de hacer un viaje tan largo en tan poco tiempo es que apenas estas un rato en cada sitio que visitas. Así que, nos ponemos en marcha de nuevo con destino Oklahoma City. Allí nos esperan en la puerta del concesionario los empleados, ansiosos por ver el nuevo Clase E y dispuestos a curiosear y fotografiarlo durante el tiempo que estemos allí.
Tras el café pertinente, y sin haber comido, puesto que nadie ha pensado en comida en todo el día después del desayuno de proporciones bíblicas, marcamos la próxima parada en el navegador, un interesante museo de automóviles típicamente americanos, cerca ya de nuestro destino, Springfield.
Allí, en el Darryl Starbird National Hot and Custom Hall of Fame Museum, nos recibe con los brazos abiertos Dana, la esposa del señor Starbird, que nos comenta que tienen más de cincuenta vehículos, casi la mitad de ellos creados por su marido a lo largo de los años.
La especialidad del señor Starbird son los coches con techo de burbuja o pompa (bubble top cars, ver foto), por los que se hizo famoso. Además, el museo cuenta con vehículos donados por otros constructores de Hot Rods y Custom Cars e incluso por famosos como Tom Jones, tal y como nos cuenta orgullosa la risueña mujer.
Tras pagar la entrada de ocho dólares (Dana ha hecho la tarde con nosotros diez), hacemos una visita fugaz por el museo, viendo algunos de los coches más famosos de la colección. Si alguien está interesado, puede encontrar mucha información en la red. De momento os dejo una galería completa con todas las fotografías que tomé allí.
Cansados y con hambre otra vez (porque no hemos comido), decidimos ir en busca de un sitio donde comer pizzas, pero sólo econtramos un Pizza Hut/Taco Bell (los dos en el mismo local) donde comer una mini pizza rebosante de grasa y un rico taco mejicano.
Aquí es donde tenemos el único encontronazo del viaje (dejando a un lado el de la policía) con un yankee de la zona, que se enfureció porque eramos diez personas por delante de él en la cola (y teníamos que elegir). Sí que debía tener hambre para ponerse así por una maldita pizza grasienta. Estamos tan cansados que no le hacemos ni caso, aunque le oímos jurar en hebreo y repetir una y otra vez que "esto no se hace en América".
Agotados, llegamos por fin una hora después de la cena a nuestro hotel de Springfield. Este ha sido probablemente el día más duro, por el número de horas que hemos pasado en el coche. Afortunadamente viajamos en coches muy cómodos y con asientos de gran calidad. Sino, otro gallo cantaría...
Continuará...
En Motorpasión | Roadtrip Pasión™: Cruzamos Estados Unidos de Los Ángeles a Detroit (parte 1 y 2)
